En 1978 tuvo lugar la primera Bienal Latinoamericana de Sao Paulo con el propósito de ampliar el espectro de las exposiciones de carácter nacional que ocurrían en la ciudad de forma paralela a la Bienal Internacional. El título elegido fue "mito y magia". El proyecto recuperaba el espíritu latinoamericanista que se generó tras la Revolución Cubana de 1959 y que tuvo importantes repercusiones en los sistemas del arte latinoamericanos. Uno de los curadores invitados, Mário Pedrosa, recién retornado del exilio, leyó en la bienal el ensayo "Variacoes sem tema" donde propuso, frente a la crisis del Tercer Mundo, construir una gran unión latinoamericana que se fundase en sus elementos comunes: la miseria y lo mestizo. El mito y la magia, así como la miseria, lo mestizo, lo híbrido o lo autóctono, han sido lugares comunes para nombrar y neutralizar aquellos pensamientos y acciones tercermundistas que estarían fueran del canon occidental y, por tanto, no serían fuente de conocimiento primario.
EXOTIZAR POR LA MAGIA
En 1989, los "magos" de Magiciens de la terre, la exposición parisina organizada por Jean Hubert Martin y citada hasta el cansancio, serían el espectáculo humano de esa otredad primitivizada más que la supuesta apertura del mundo del arte a las periferias. Se trataba de un gesto más entre los múltiples que se generaron en ese contexto de recuperación de la "era de los descubrimientos", como se tituló la Exposición Universal de Sevilla de 1992. El fin de la mal llamada Guerra Fría impulsó otra vez a pensar y actuar en relación a los habitantes provenientes de territorios que habían sido colonizados durante la "era moderna", siendo o no independientes en ese momento. En ese arco de los 80s y primeros 90s, mito y magia fue recuperado por otras iniciativas expositivas como las ya sumamente criticadas Art of the fantastic. Latin America, 1920-1987, presentada en 1987 en el Indianapolis Museum of Art y *"Primitivism" in 20th Century Art: Affinity of the Tribal and the Modern* presentada en 1984 en el MoMA de Nueva York. También existieron otras exotizaciones a través de la magia no consideradas por el canon como El surrealismo entre Viejo y Nuevo Mundo, que inauguró el Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria en 1989. Art of the fantastic en particular generó respuestas de la crítica y de la curaduría latinoamericana vinculada a la escena estadounidense, particularmente de Mari Carmen Ramírez, quien, como reacción, caería en una estrategia occidentalizante construyendo un nuevo paradigma hegemónico consistente en ir beyond the fantastic para reivindicar las modernidades de las periferias. Frente al flujo surrealizante que unía a la producción supuestamente sofisticada europea y el realismo-mágico "naturalmente intrínseco" del Nuevo Mundo, algunas exposiciones como ART/artifact: African Art in Anthropology Collection en el Museum of African Art de Nueva York y la II Bienal de La Habana, ambas en 1989, propusieron una lectura crítica ante la producción e interpretación del arte tercermundista.
Mientras se conmemoraba el V centenario de la conquista de América, Stephen Greenblatt publicó Marvelous possessions: the wonder of the New World en que sondeaba la genealogía de la idea de lo maravilloso o lo fantástico que persistía en la imaginación de los espacios periféricos, históricos y contemporáneos, como lugares de la magia. Incluso el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey abrió sus puertas en 1991 con una muestra titulada Mito y magia en América: los ochentas. Menciono esta muestra mexicana con la intención de no dar la imagen del territorio latinoamericano como un espacio afable de autocrítica, y señalar cómo ciertos estereotipos operan a modo de "colonialismo interno" dentro del mismo territorio objeto de dichas proyecciones. Por esa misma razón también querríamos dar constancia de la capacidad crítica generada desde Europa o Estados Unidos. Ese mismo año, por ejemplo, un grupo de artistas afincados en Nueva York, entre los que se encontraba Caterina Borelli, Ana Busto, Steve Schiff o Cris Bratton, crearon la revista/fanzine "1492-1992 re-view", que enfrentaba críticamente la conmemoración del evento invitando también a intervenir a otros artistas como Nicanor Parra, Juan Downey, Rogelio López Cuenca o Antoni Muntadas. Estos dos últimos fueron incluidos también en uno de los pocos proyectos críticos generados en torno a 1992 en el Estado español, Plus Ultra, curado por Mar Villaespesa y organizado por BNV en el marco de la Exposición Universal.
EXOTIZAR POR EL CUERPO
La pulsión por recuperar y exhibir las "posesiones maravillosas" estuvo marcada además por un despliegue conceptual acerca del cuerpo que designaba a "indios" y "mujeres" como objetos de posesión y deseo, al igual que había ocurrido durante la conquista y colonia. Esto quedó evidenciado en Magiciens de la terre por la presencia física de los "magos" tercermundistas que eran exhibidos ante la sociedad parisina en un gesto próximo a los zoológicos humanos del siglo XIX.
Una crítica biopolítica del aparato de dominación colonial no puede evitar incluir la crítica al sistema patriarcal. Mientras se generaban estas operaciones expositivas sintomáticamente se iba a alzar unas tempranas teorías y prácticas "cuir" a partir del cruzamiento de la crítica feminista con otras subjetividades resistentes. En el ámbito artístico, el trabajo de Cecilia Vicuña, Adrian Piper, Carlos Motta, Coco Fusco, Ines Doujak, Daniela Ortiz y el Museo Travesti del Perú de Guiseppe Campuzano, entre otros, han señalado este inevitable entrelazamiento del sexo y la raza. Mención especial merece un colectivo activista -que ha incidido también en el sistema artístico, pero no exclusivamente- como Mujeres Creando, nacido en Bolivia el mismo 1992. Entre otras cosas, a través de la acción directa y el graffiti, han trabajado el problema de que "no se puede descolonizar sin despatriarcalizar".
EXOTIZAR POR EL MITO
En los últimos años se ha observado un renovado interés por las experiencias expositivas antes mencionadas, y en especial Magiciens de la terre, lo que no hace más que recordarnos la necesidad de seguir alerta ante las pulsiones del sistema del arte global. Obviamente no debemos ser reduccionistas: no significan lo mismo los ejercicios analíticos acerca de las exposiciones llevado a cabo por Afterall, que la exposición del ZKM The Global Contemporary. Art Worlds After 1989. Resulta significativo en este debate que este año 2014 se inaugurase en Oporto el museo interactivo World of Dicoveries, reivindicando el pasado imperial portugués desde una perspectiva que no sólo pretende recuperar esa lectura del pasado, sino promover que el pueblo portugués reviva ese pasado de forma experiencial y relacional: por arte de magia se repite el mito imperial.
Ante este panorama no queda más que reaccionar y proponer formas dislocadas de recuperar esas "posesiones maravillosas" y esos pasados coloniales mitificados. La historia colonial ortodoxa y este pasado reciente de acontecimientos en el arco 1989-1992, requieren de un análisis crítico que no fetichize mágicamente la posición de esos momentos como un supuesto cambio de paradigma "universal". Más bien, habría que identificar sus dispositivos de conmemoración imperialista, así como las fisuras críticas que pudieron generarse en ese contexto, tal como hemos ido avanzando por ejemplo en las investigaciones del grupo Península. Procesos coloniales y prácticas artísticas y curatoriales, presentadas en parte a principios de este año en Bulego z/b de Bilbao en el seminario "1992. Capitalidades, exposiciones y estrategias críticas".
Los imaginarios racistas y xenófobos que proyectan algunas de estas operaciones expositivas y sus recuperaciones no se pueden combatir, sin embargo, solamente desde la crítica de la representación. Debe partir, más bien, de un proceso de desactivación del "inconsciente colonial" del que habla Suely Rolnik, que invita a pasar por los cuerpos y deseos la experiencia de los procesos coloniales con el fin de activar la larga memoria que vive en ellos. Esta memoria, en la actual situación de crisis económica del capitalismo y sus políticas represoras del otro racializado, vuelve a insistir en la necesidad de reconocer las fallas estructurales del sistema moderno colonial patriarcal, e imaginar desde ahí formas productivas en que cobren vida los pensamientos y prácticas tercer y cuartomundistas.