En el último año, protagonizado por la pandemia mundial producida por la COVID-19, la dependencia de la técnica y los gadgets que caracteriza nuestra forma de vivir y relacionarnos ha sido todavía más evidente. En el encierro obligado, nos hemos relacionado con el mundo, hemos vivido, a través de las pantallas. En esa interactuación, se ha incluido también el acceso a la cultura. Hemos visitado exposiciones online y hasta hemos podido ver algunas películas del llamado “cine de exposición”. Películas que fueron creadas para ofrecer una experiencia inmersiva, a través del dispositivo de proyección, y táctil, desde la calidad analógica de la imagen se vieron en formato digital, en pantallas individuales. Esas obras que cuestionan la idea de progreso tecnológico desde la enfatización en su propia obsolescencia fueron “traducidas” a unos y ceros.
No han sido muchos, pero algunos artistas accedieron, de forma excepcional, a mostrar online algunas de sus obras fílmicas, las menos comprometidas con el espacio expositivo. Este es el caso de Rosa Barba y su película The Empirical Effect (2010) que fue filmada en 16 mm pero su proyección fue concebida en formato digital para salas de museos y de cine. A propuesta de su galería italiana, Vistamarestudio de Milán, Barba autorizó la presentación online de la obra para el público italiano y resultó ser una buena experiencia para llegar a nuevos públicos, como los familiares de algunos de los actores que aparecen en la película y que escribieron emocionados y agradecidos a la artista por poder verlos en la pantalla, años después.
Es desde esta excepcionalidad desde donde se muestra ahora The Empirical Effect. En el contexto de esta ePub dedicada a dos conceptos aparentemente antitéticos, Degrowth and Progress, la película ofrece una visión de otro par de conceptos que recorren la obra fílmica de Rosa Barba, la naturaleza y la tecnología, con algunos vínculos que apuntan a ese debate. En líneas de trabajo diversas que exploran los desiertos (desde su uso como basurero nuclear, en el caso de Bending to Earth (2015), también en la Colección del Museo), el cosmos, o el deshielo de los glaciares, la artista nos confronta con el uso que los seres humanos han hecho de los recursos naturales y la capacidad de la naturaleza para preservar documentos sobre esta relación. De forma inevitable, sus propuestas nos hacen pensar en la finitud de esos recursos y en esa idea de decrecimiento que se plantea en estas páginas.
The Empirical Effect parte de una advertencia. Una voz grave, tan grave como los hechos que apunta, avisa del peligro de erupción del Vesubio, cuyas riquezas naturales -la plata, el nitrato y los manantiales de agua- se encuentran ocultas. Recuerda que ha ardido veinte veces a lo largo de su historia. Este aviso nos pone en alerta sobre lo que vamos a ver, de igual manera que los habitantes de la llamada “zona roja”, que viven su día a día bajo una amenaza constante de peligro. Las imágenes de archivo, el espacio abandonado y los aparatos obsoletos de medición de sismos resuenan como restos posapocalípticos de una erupción anterior. El Vesubio, protagonista del filme, aparece imponente en la pantalla pero también la ciudad de Nápoles y las poblaciones colindantes que crecen desmesuradas por la falda de la montaña, llegando a ocupar zonas cercanas al cráter en un intento por colonizar el objeto de su propia amenaza.
El antiguo Observatorio Vesubiano, construido muy cerca del cráter en 1845, ahora está en desuso pero en él se conserva la memoria del lugar. La memoria viva, la que atesoran los supervivientes de la última erupción de 1944, se nos muestra en su asombrosa capacidad de adaptación. Hay una interacción continua entre la gente y el volcán, el volcán y la gente que vive allí. Una suerte de maldición y, a la vez, bendición porque el microclima es estupendo. Pero, es muy extraño que, tras la horrible destrucción, se ve escrito en Torre del Greco: “Posta fata resurgo”. Después de la catástrofe, resucitaré. Esta forma de pensar no se encuentra en otro lugar. Ríen, cantan, observan y bailan en actitudes erráticas, como enajenadas por el efecto de la tensión y el volcán, pero desbordan vida y comunidad. Hay esperanza, nos recuerda Barba.
En este sentido y volviendo a la reflexión del inicio, nos queda preguntarnos: “What will survive the storm of progress? Digitization may have quickly pushed photochemical film into mass cultural obsolescence, but as a preservation medium its stability remains unparalleled. Archivists fear the unreliability of electronic formats will lead us into a digital dark age, but film will last. Perhaps we will, too, if we can find ways to cooperate and live together”.1
3 de febrero de 2021