Archivos del común o los commons del conocimiento, la información y la memoria
A. La producción del concepto de archivo y de sus posibles modelos de práctica por parte del MNCARS pretende, utilizando el paradigma de lo común, (1) reflexionar sobre las cuestiones de la memoria social, cultural, artística, política e histórica en el momento presente a través del trabajo de los archivos que la producen, custodian y transmiten; (2) analizar la importancia del cuidado del patrimonio común de las memorias menores y subalternas para conformar esa memoria y esa percepción cultural del tiempo social desde la perspectiva de prácticas sociales, artísticas o enunciativas, que no ocupan normalmente la esfera pública predominante ni utilizan los cauces habituales de comunicación y enunciación social; y (3) pensar cómo estas prácticas de archivo pueden alimentar un nuevo marco de imaginación social y política, que fortalezca el carácter democrático de nuestras sociedades en un momento en el que la homogenización del discurso equivale inevitablemente al cierre del horizonte democrático de la acción comunicativa y, por lo tanto, de la constitución política.
Si el Museo Reina Sofía es un museo del común, se trata en este caso de aplicar ese paradigma a la organización y conservación de los diversos tipos de archivos, que con diversos modelos de organización proliferan en el campo social y cuya existencia resulta esencial para organizar y hacer accesible la experiencia y la percepción histórica del tiempo presente. Este concepto de museo del común quiere poner en evidencia los profundos cambios que la institución museística ha experimentado durante estas últimas décadas como consecuencia (1) de la deconstrucción –o, en realidad, la destrucción irreversible y sin paliativos– de los paradigmas de la modernidad y de la posmodernidad; (2) de las profundas crisis económicas, sociales y políticas que atraviesan nuestras sociedades en torno a los diversos tipos de representación artística, institucional, política y cultural; y (3) de las transformaciones estructurales que están experimentando la institucionalidad de la cultura y sus contenedores artísticos, sus públicos, sus grupos de referencia, sus constituencies y sus usuarios en general, provocadas por los profundos cambios que han conocido los procesos de producción de valor y plusvalor y, por ende, los sujetos productivos, artísticos, políticos y económicos, cambios que, a su vez, han afectado a un sinfín de comportamientos perceptivos, cognitivos, estéticos y artísticos, así como a los productos y artefactos derivados de los mismos.
La reflexión sobre las políticas del archivo quiere ser, pues, uno de los ejes prioritarios del Museo Reina Sofía durante el próximo bienio. En años recientes, este interés se ha traducido en un complejo ecosistema de trabajo en red mediante el cual el Museo, junto a diversos agentes (fundamentalmente la Red de Conceptualismos del Sur y también la Fundación de los Comunes) e instituciones españolas y latinoamericanas, ha auspiciado la puesta en marcha de políticas de archivo ajenas a la lógica del mercado y a la estatalización de las colecciones artísticas. Ello ha supuesto también el desarrollo de una narración enunciada desde una multiplicidad de relatos construidos por los actores implicados (sobre todo por el archipiélago de iniciativas coagulado alrededor de la RCS); la utilización de recursos públicos, sociales, privados y comunitarios compartidos; y la materialización de iniciativas y estrategias de conservación, que están construyendo un nuevo modelo de archivo del común a partir de la práctica concreta del rescate, la conservación y la puesta a disposición del público de los mismos, sobre todo en América Latina. Estas iniciativas han pretendido reflexionar sobre la idea de patrimonio común, pensado a partir de los diversos modelos posibles de propiedad compartida y de la urgencia por evitar procesos de expropiación, cooptación o monopolio de la memoria colectiva y de sus diversas formas de construcción y manifestación sociales.
Dentro de este marco, las premisas de partida serían preliminarmente, en un proceso de retroalimentación permanente, las siguientes: (1) la conceptualización, en un momento de enorme volatilidad de la información, la memoria y la comunicación social, del archivo como contenedor de la memoria colectiva ligada, sobre todo, a los saberes y las prácticas de las clases dominadas y de los grupos subalternos, que se enfrentan a dificultades crecientes a la hora de construir relatos de las prácticas contemporáneas de su situación y del entrelazamiento de las mismas con la experiencia de la historia y la creación de otras formas de politicidad de su existencia colectiva e individual; (2) la definición y la descripción de cómo estos archivos, que alimentan un patrimonio importante de la memoria, la experiencia y la identidad colectivas, pueden ser construidos, gestionados, conservados y abiertos a la ciudadanía y al público en general como un ejercicio de cultura cívica y democrática, con independencia de criterios de adscripción nacional o de disponibilidad de recursos económicos para su consulta, uso o disfrute; y (3) los posibles modelos de coimplicación de las instituciones públicas, así como los modos factibles de articulación con otros tipos de agencias públicas y privadas para organizar, gestionar, proteger y hacer viables este tipo de archivos frente al doble peligro de su privatización (por ejemplo, de las colecciones de arte político latinoamericano fruto del trabajo de artistas individuales o colectivos realizado durante las décadas de 1960 y 1970) o su invisibilización y abandono (por ejemplo, la memoria de luchas y acontecimientos sociales importantes y constitutivos de la experiencia del presente, pero marginados por los modos de producción de discurso y memoria del establishment mediático, académico e institucional, como, por ejemplo, la memoria de los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004,1 la memoria del ciclo de luchas del 15M2 y la memoria de los y las migrantes muertos en el Estrecho y en el3 Mediterráneo o de las víctimas de la violencia de género en España y en América Latina.4 )
La línea de investigación/intervención de archivos del común concentra estos debates y líneas de trabajo, ya que piensa el archivo como motor de activación política en el presente, al mismo tiempo que pretende definir dispositivos que no cancelen ni cosifiquen las dinámicas desde abajo de las que proceden esos ejercicios de conservación de la memoria en la actualidad, que dotan al mismo de todo su valor y potencial inventivo de nueva institucionalidad. Y ello porque es tremendamente fácil experimentar procesos de absorción desde las instituciones públicas o de mercantilización desde las privadas. Para profundizar en esta problemáticas, las líneas preliminares de investigación se organizarán en torno a tres ejes de reflexión principales: (1) los modelos de archivo y las formas institucionales que lo hacen posible, presentando y analizando una amplia cartografía de iniciativas de repositorios creados desde la década de 1970 hasta la actualidad con la intención de provocar una conversación con los depositarios de esta memoria material e inmaterial sobre sus objetivos y formas de organización; (2) las economías del archivo y los métodos y protocolos, que garantizan su difusión y sostenibilidad sin erradicar ni su diferencia ni su identidad idiosincráticas, al tiempo que se garantiza tanto la accesibilidad socioeconómica y política, como la calidad de la conservación; y (3) las herramientas tecnopolíticas posibles para acometer su organización, concebidas como instrumentos que garantizan la apertura, las taxonomías dinámicas y la accesibilidad universal como condición sine qua non de los archivos del común.
Para efectuar una primera delimitación de estas problemáticas, las mencionadas líneas de investigación del MNCARS se organizan en torno a las siguientes hipótesis teóricamente fuertes, que simultáneamente definirán los protocolos de trabajo y serán puestas a prueba por el desarrollo de la misma.
Hipótesis 1.
La reivindicación de los comunes y del carácter común de estos nuevos tipos de archivos.
En este sentido el combate contra los nuevos cercamientos supone la reivindicación del archivo como bien común, cuyos modelos de gestión deben hacer posible simultáneamente (1) la construcción de ejercicios de memoria descentralizados, abiertos, plurales y democráticos, producto de las iniciativas de los sujetos implicados en esa necesidad de conservación de la misma; y (2) la conservación y retroalimentación de esta de modo que tanto su crecimiento, accesibilidad, condiciones de uso y calidad de acceso sean plurales, democráticas y universales. En este sentido, la investigación pretende explorar las posibilidades institucionales que garantizan la emergencia de esa nueva ecología de la memoria y de la reconstrucción común de la historia mediante la creatividad de las formas de conservación de la experiencia social. Si no existe la posibilidad de que la memoria pueda recrearse y construirse desde diversos grupos, experiencias de afinidad, orientaciones políticas, sensibilidades intelectuales o sentidos de la historicidad, no existe la pluralidad mínima para construir los nuevos fragmentos que conforman la imaginación social. Y para que esa ecología de la memoria y esta construcción de la imaginación social y, por ende, política, sean factibles, antes la experiencia de la historicidad y del archivo del común deben garantizar la producción distribuida y descentralizada de los bienes comunes de la información, que son los zócalos de la una memoria posible. Estos bienes comunes de la información constituyen, pues, la experiencia primordial que produce o puede producir el archivo de modo preliminar. Los bienes comunes de la información están sometidos hoy a intensos procesos de cercamiento, que dificultan de modo muy intenso la creación de archivos del común y su organización como dispositivos claves de distribución y de interacción de la memoria social. Los bienes comunes de la información constituyen para el archivo del común el elemento que coadyuva a construir los bienes comunes del conocimiento del sentido histórico de la memoria colectiva. Ambos tipos de bienes deben ser analizados en la problemática del archivo del común como áreas de reflexión delimitadas y ser objeto de producción de nueva institucionalidad en torno a los mismos. Esta hipótesis podría enunciarse también afirmando que el archivo del común es un dispositivo que produce y garantiza el acceso y la conservación de nuevos bienes comunes de la información y el conocimiento y que en su funcionamiento contrarresta, se opone o bloquea los cercamientos sociales, institucionales o tecnológicos que acechan a ese tipo de productos colectivos materiales e inmateriales. Este doble juego es el que permite garantizar la construcción y el uso democrático del archivo del común.
Hipótesis 2.
El archivo para ser común tiene que ser decolonial y, por imperativo histórico, objeto de descolonización.
El archivo del común es un archivo que se organiza a partir de la crítica de la violencia de la modernidad en torno a los procesos de construcción de memoria, de jerarquización de las poblaciones y de establecimiento de circuitos estancos de reproducción socioeconómica y cultural, así como del expolio de los objetos que han sido los soportes de la misma y ello tanto en el ámbito global del imperialismo moderno históricamente considerado como en la política y la micropolítica de la (pos)modernidad practicada en las sociedades nacionales contemporáneas. No puede haber, pues, archivo del común y, por lo demás, museo del común, si no se aplica a la construcción de esas institucionalidades y al funcionamiento de las mismas un criterio de crítica decolonial y de descolonización de las prácticas y de los contenidos de las mismas.
En el caso del archivo del común el criterio decolonial afecta sobre todo a la posibilidad de organizar la memoria de la experiencia de los sujetos subalternos racializados o invisibilizados étnicamente, que en Europa y no solo viven en países que en muchos casos les privan del derecho de ciudanía y de los derechos civilies y políticos básicos, lo cual dificulta enormemente la capacidad de producir las memorias de las diversas situaciones de índole social, cultural, política y existencial, que, por su contundencia y masividad, forman ya parte de la experiancia social tout court de las respectivas sociedades en las que se produce la presencia de esas poblaciones privadas de derechos. Igualmente sucede con el acceso a estos repositorios de memoria, que en muchos casos son protagonizados por grupos sociales, cuyos sujetos tienen historias de vida que implican a personas que, por razones familiares, culturales o socioeconómicas, viven y se mueven en diversos espacios nacionales. Estos sujetos y estas personas pueden estar interesados en la consulta, acceso o uso de esos archivos y tener al mismo tiempo dificultades derivadas de la actual estructura del sistema de Estados, que imposibilita el acceso a los mismos por la existencia de fronteras, controles y falta de movilidad internacional para sectores muy importantes de la población mundial . Un ejemplo paradigmático de esta situación se explicita en el trabajo del archivo Human Costs of Border Control (www.borderdeaths.org), cuyo contenido y memoria afecta a la existencia de sujetos y comunidades cuyas vidas se desenvuelven y se hallan mediadas por la existencia de fronteras y controles de la movilidad, las cuales afectan drásticamente a su existencia, su vida y, en muchas ocasiones, su muerte.
Hipótesis 3.
El archivo del común ha de ser democrático, no discriminatorio y generalmente accesible para todos los usuarios actuales y potenciales y esta accesibilidad debe formar parte de su diseño, de su estructura y de su funcionamiento.
El archivo del común debe optar por tecnologías y modos de alimentación y acceso a su contenido lo más abiertos posibles para que tanto por diseño institucional como por arquitectura tecnológica el uso no se vea filtrado por razones económicas, culturales, políticas o nacionales. Ello supone concebir el uso del archivo tanto físico como virtual de acuerdo con criterios de máxima garantía del acceso, que contemplen esa premisa desde el punto de vista de la conectividad, la capacidad, el contenido y el contexto. En este sentido, se trata de que el diseño tecnológico no vea cercenado el potencial objetivo de Internet, que nunca es neutro, por la falta de consideración de las restricciones que afectan a estas cuatro hipótesis de uso y disfrute de sus contenidos. El archivo del común parte de la hipótesis de que la tecnología tiene una dimesión social connatural a la misma, que ha de ser tenida en cuenta muy cuidadosamente para que buenas opciones tecnológicas no se vean malogradas por el desconocimiento de la desigualdad social que afecta a las posibilidades de utilización de herramientas que presentan costes de accesibilidad muy diversos para los distintos grupos sociales y económicos.
El archivo del común piensa, pues, la conectividad a Internet como un requisito necesario, pero no suficiente, para hacer posible la producción de bienes comunes de la información y del conocimiento; y entiende que el trabajo en torno a los perfiles de los usaurios específicos del mismo, así como la preocupación constante por las desigualdades de las competencias y la situación socioeconómica, educativa y cultural de la población en general, son fundamentales para garantizar la igualdad en el uso de los mencionados bienes comunes.
Hipótesis 4.
El archivo del común es un dispositivo de reconstrucción de la memoria y del sentido histórico-político del presente, tanto por su proceso de construcción como por las posibilidades de uso que ofrece a los interesados, grupos, colectivos y ciudadanos.
En este sentido, si la memoria es una forma de construir la dominación social en el campo de lo imaginario y lo simbólico, entonces el archivo de los movimientos sociales, que han desempeñado un papel crucial en la historia pero que han sido derrotados como actores políticos capaces de organizar la institucionalidad predominante de la producción y conservación de esta, debe operar con lógicas diversas a esta última, construidas, definidas e implementadas en las condiciones específicas en las que se desenvuelve esta disputa por el sentido del pasado y del presente en la actualidad. En estos momentos de fuertes convulsiones socioeconómicas, de enormes innovaciones tecnológicas y de intensas mutaciones en la subjetividad política de los actores sociales, el archivo de los movimientos se convierte en un problema mayor para la invención del futuro en términos de acción colectiva y de activación de las energías sociales. Esa memoria de los movimientos resulta primordial, por lo tanto, para debatir líneas posibles de acción dirigidas a inventar otras formas de organización institucional, social y política y otros modelos de convivencia y de relacionalidad humanas.
B. En cuanto al plan de trabajo del Museo durante el bienio 2016-2017 en torno a la problemática de los archivos del común las líneas de trabajo serían, por un lado, (1) profundizar en el análisis de su naturaleza en torno a las líneas de investigación señaladas para disponer de documentación y análisis diversos que puedan propiciar y lanzar el debate público en torno a estas nuevas modalidades de archivo, de modo que se logre involucrar al mayor número de actores en el análisis de esa problemática y se suscite un amplio debate público en torno a su estatuto, modelos, financiación y gestión; y, por otro, (2) establecer modalidades de trabajo y secuencias de objetivos para que el desenvolvimiento de las actividades, que responde a una intervención pública continuada sobre esa problemática, genere un sólido repertorio de materiales, que puedan utilizarse en los diversos foros y con los correspondientes diferentes actores con los que se entre en contacto o se establezca relación de trabajo o cooperación desde la institución.
El Museo debería conseguir en este bienio los siguientes objetivos: (1) definir teórica y sociológicamente qué es y qué puede ser en la actualidad un archivo del común y qué modalidades de funcionamiento y organización puede asumir, y ello tanto desde el punto de vista de su organización, conservación, acceso y funcionamiento; (2) definir qué necesidades sociales que cubre este tipo de archivos en el contexto social actual y qué tipo de objetivos sociales tiene este tipo de institución del común para conservar, recrear y expandir una esfera pública democrática en una época de enorme crisis social y de financiarización del mundo del arte, la cultura y la economía, lo cual tiene un tremendo impacto en los modos de construir y recrear la memoria colectiva; y (3) explorar el posible derecho a la memoria y a la conservación e investigacion de la misma en las actuales circunstancias socioeconómicas y políticas por parte de los grupos y sujetos subalternos, que cada vez se enfrentan a realidades mediáticas, culturales, académicas e institucionales más impermeables a sus voces, luchas y problemáticas.
El conjunto de actividades que el Museo organizará en el bienio 2016-2017 tendrá, pues, una direccionalidad y un criterio acumulativo de work in progress para conseguir una serie de productos que, de modo preliminar, podrían ser los siguientes: (1) definir conceptualmente el modelo institucional de archivo del común como dispositivo de gestión de fondos documentales, obras artísticas y artefactos estéticos o socioculturales; (2) construir el modelo o modelos de estatutos y las modalidades de funcionamiento de los archivos que garanticen su estabilidad, dinamicidad y accesibilidad, de acuerdo con las hipótesis y premisas exploradas para que contribuyan a la nueva institucionalidad social de lo común; (3) discutir las formas de relación del archivo con los agentes privados y con las instituciones pública para explorar las posibilidades de construir un nuevo régimen de organización y funcionamiento, que explore el estatuto de lo común de este tipo de institucionalidad; (4) elaborar protocolos de formación para los gestores directos de los archivos del común y ofrecer herramientas formativas para llevar a cabo tal tarea; (5) ofrecer herramientas de gestión, que contribuyan a crear esa institucionalidad del archivo del común, de modo que puedan ser objeto de uso compartido por parte de los archivos que trabajen en esa línea de organización y funcionamiento; (6) proponer modelos de financiación y de sostenibilidad del archivo para garantizar tanto el mantenimiento en el tiempo de la iniciativa, como para asegurar la calidad del proyecto y el impacto social del mismo mediante su accesibilidad generalizada; (7) elaborar modelos de sostenibilidad laboral de las personas implicadas en los archivos del común y las formas de financiación, cofinanciación o implicación de instituciones públicas y privadas en los mismos; (8) construir modelos y estatutos jurídicos del archivo del común y analizar sus posibles implicaciones para su existencia institucional, así como los posibles modelos de regulación legal para garantizar el carácter común del mismo; (9) definir el posible estatuto legal del archivo del común como agencia objeto de reconocimiento y estímulo por parte de las instituciones públicas para fomentar la creación de una nueva esfera pública que induzca procesos originales de constitución democrática y social; y (10) analizar los nuevos modelos de propiedad intelectual útiles para permitir el acceso generalizado a los materiales de los archivos del común.
Los productos obtenidos en estas dinámicas de investigación funcionarán en la esfera pública como artefactos y discursos para generar debates y líneas de consenso en torno al conjunto de problemáticas implícitas en su definición y construcción institucional.